martes, 31 de diciembre de 2013

Reflexiones...


El elefante atado

 

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.
¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia:

- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.

Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.”

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque
¡Cree que no puede!

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
 
 
 
Y tú, ¿tienes algo de elefante?
 
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que “no podemos” hacer un montón de cosas simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: no puedo, no puedo y nunca podré.

Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni cuestionar. Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no existe en nosotros, que no pudo. Tu única manera de saber si PUEDES es intentarlo poniendo en ello TODO TU CORAZON!.







Fuente: autor Jorge Bucay

viernes, 20 de diciembre de 2013

UNA FÁBULA PARA REFLEXIONAR...

 La liebre y la tortuga
 
Una tortuga y una liebre siempre discutían por quien era más rápida, para dirimir el conflicto de opiniones decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y empezaron la competencia.
La liebre sabiendo de su velocidad y la ventaja que tenía sobre la tortuga decidió descansar... La tortuga por su parte nunca se dio por vencida y continuaba con su paso lento pero constante hacia la meta.  La tortuga que andaba con paso lento pero siendo constante, la alcanzó, la superó y terminó en la punta declarándose ganadora indiscutible de la carrera.
 

MORALEJA: "LOS LENTOS PERO COSNTANTES Y PERSEVERANTES, GANAN LA CARRERA"
 
 
Pero la historia no terminó aquí, sino que prosigue...
 
 La liebre decepcionada por haber perdido hizo un examen de conciencia y reconoció su grave error de subestimar a la tortuga... Retó a la tortuga para que realizaran una nueva carrera. Ésta vez la liebre corrió sin descanso desde el principio hasta el fin y su triunfo fue contundente.
 



MORALEJA: "LOS RÁPIDOS Y TENACES VENCEN A LOS CONSTANTES Y PERSEVERANTES"
 
Pero la historia no terminó aquí...

 
Después de ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llego a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad; así que decidió retar a la liebre a una carrera... Pero esta vez trazó una ruta diferente en la cual había un río que la liebre no podía pasar. Cuando llegó al río nado hasta la otra orilla, continuó su paso lento pero constante y terminó la carrera en primer lugar.
 
MORALEJA: "QUIENES IDENTIFICAN SU VENTAJA COMPETITIVA (saber nadar)  Y CAMBIAN EL ENTORNO PARA APROVECHARLA, LLEGAN PRIMEROS"
 
 
Pero la historia no terminó aquí...
 
 
Pasó el tiempo y tanto compitieron y compitieron la liebre y la tortuga que terminaron haciéndose amigas, combinaron sus talentos... Sintieron una mayor satisfacción que la que había logrado de modo individual.
 
 
 
MORALEJA: "ES BUENO SER INDIVIDUALMENTE BRILLANTE Y TENER FUERTES CAPACIDADES PERSONALES... PERO A MENOS QUE SEAMOS CAPACES DE TRABAJAR CON OTRAS PERSONAS Y POTENCIAR RECIPROCAMENTE LA CAPACIDAD DE CADA UNO, NO SEREMOS COMPLETAMENTE COMPETENTES"