JASON
McELWAIN
Desde muy
pequeño mostró una gran pasión por el deporte así que entro al instituto de los Trojans, a partir
de ese momento, y durante tres años, J-Mac, que es como lo conocen sus compañeros, acudió
puntual como un reloj a todos los entrenamientos y partidos.
Controlaba
las estadísticas, repartía agua, animaba a los jugadores, pero jamás jugaba.
¿Los motivos? Su baja estatura... y que Jason es autista. No comenzó a hablar
hasta que cumplió los 5 años y aún hoy en día tiene dificultades para
comunicarse, no interpreta el lenguaje corporal y carece de las llamadas habilidades
sociales. A pesar de eso, la vida de Jason era muy similar a la de cualquier
otro joven de su edad. Pero todo cambió cuando los Trojans disputaron el último
partido de la temporada regular ante el Spencerport. Ese día el entrenador Johnson, como premio
al arduo trabajo que había venido realizando durante tanto tiempo, quiso
premiarle haciéndole jugar. Empezó en el banquillo, pero a falta de 4 minutos para el final del encuentro, y con una
ventaja de 20 puntos a su favor, llegó el momento tan esperado. Enfundado en la
camiseta número 52 y
con una cinta al pelo, Jason entró a la cancha ante los aplausos de una grada
entregada y llena hasta los topes. Que no daba crédito del gran crédito.
A los pocos segundos de debutar, recibió un balón y se jugó un triple que no tocó ni aro. En el siguiente ataque sus compañeros volvieron a asistirle y Jason hizo un tiro cercano a canasta... que tampoco entró. Era lo normal teniendo en cuenta las circunstancias que rodeaban al partido, así que a nadie extrañaron los fallos.
A los pocos segundos de debutar, recibió un balón y se jugó un triple que no tocó ni aro. En el siguiente ataque sus compañeros volvieron a asistirle y Jason hizo un tiro cercano a canasta... que tampoco entró. Era lo normal teniendo en cuenta las circunstancias que rodeaban al partido, así que a nadie extrañaron los fallos.
En la
tercera posesión que tenían, recibió el balón y se jugó otro triple desde 7 metros,
pero esta vez entró. El sueño se había tornado en realidad y la grada estalló en una ovación atronadora para
felicitarle por lo que acababa de hacer. Lo que en ese momento nadie sabía era
que la exhibición de Jason acababa de comenzar. En la
siguiente jugada, volvió a jugarse otro triple... que volvió a anotar. A continuación, y
casi sin tiempo para asimilar lo que acaba de suceder, J-Mac volvió a lanzar a canasta y la
volvió a clavar. Ya iban 3 triples en menos de un minuto. La
gente alucinaba, la grada coreaba su nombre, sus compañeros de equipos no daban
crédito a lo que estaban contemplando. Cuando quedaban menos de 2 minutos para
la finalización del encuentro, Jason volvió a recibir un balón en ataque y,
cómo no, se la volvió a jugar y volvió a anotar. Lo mismo sucedió en la siguiente jugada. Y en la siguiente,
aunque esta vez la canasta fue de 2 puntos. Jason no tuvo compasión con el
rival, que vio cómo anotó su sexto triple sobre la bocina que marcaba el fin
del encuentro. En apenas 4 minutos había anotado 20 puntos, el récord en la historia del
instituto. Al acabar el partido, la grada saltó a la pista para
felicitar al héroe del día, que salió del campo a hombros.
Desde
entonces ha acudido al programa de Oprah Winfrey, ha conocido a George Bush, a Magic Johnson, ha
recibido el premio que la ESPN concede al mejor momento deportivo del
año, ha hecho el lanzamiento de honor en un partido de béisbol, etc. son tantos
los reconocimientos que no acabaría nunca. Una gran historia de lucha que debe
servir como inspiración.
Este es un ejemplo de creer en sí mismo, en todo sector se puede analizar esta historia, pues cuando eres el primero en creer en tí mismo lograras todo lo que te proponer, en otras palabras no hay que dejar que las cosas caigan del cielo, las acciones son las que mueven la montaña ;)
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