LA MEJOR MAESTRA
El primer día de clases, la profesora Thompson, maestra
del 5 grado de primaria, les dijo a sus nuevos alumnos que a todos los quería
por igual. Pero eso era una mentira, porque en la fila de adelante se
encontraba hundido en su asiento Jim Stoddard, a quien la profesora Thompson
conocía desde el año anterior y había observado que él era un niño que no
jugaba bien con los otros niños, que sus ropas estaban desaliñadas y
constantemente necesitaba un baño. Con el paso del tiempo, la relación entre la
profesora y Jim se volvió desagradable, a tal punto que ésta sentía mucho gusto
al marcar sus tareas con grandes taches en color rojo y poner una gran
"F" en el encabezado.
Un día la escuela le pidió a la Sra. Thompson revisar
los expedientes anteriores de cada niño de su clase y ella puso el de Jim hasta
el final. Sin embargo, cuando revisó su archivo, se llevó una gran sorpresa.
La maestra de primer grado de Jim escribió: "Jim
es un niño brillante con una sonrisa espontánea. Hace sus deberes limpiamente y
tiene buenos modales; es un deleite tenerlo cerca".
Su maestra de segundo grado escribió: "Jim es un
excelente alumno, apreciado por sus compañeros pero tiene problemas debido a
que su madre tiene una enfermedad incurable y su vida en casa debe ser una
constante lucha". Su maestra de tercer grado escribió: "La muerte de
su madre ha sido dura para él. Trató de hacer su máximo esfuerzo pero su padre
no muestra mucho interés y su vida en casa le afectará pronto si no se toman
algunas acciones".
Su maestra de cuarto escribió: "Jim es descuidado
y no muestra mucho interés en la escuela.. No tiene muchos amigos y en
ocasiones se duerme en clase".
En este momento la Sra. Thompson se dio cuenta del
problema y se sintió apenada consigo misma. Se sintió todavía peor cuando al
llegar la Navidad, todos los alumnos le llevaron sus regalos envueltos cada uno
de ellos en papeles brillantes y preciosos listones, excepto por el de Jim. Su regalo
estaba torpemente envuelto en el pesado papel café que tomó de una bolsa del
súper.
Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró
dentro de ese papel un brazalete de piedras al que le faltaban algunas y la
cuarta parte de un frasco de perfume. Pero ella minimizó las risas de los niños
cuando exclamó:
- ¡Que brazalete tan bonito, poniéndoselo y rociando un
poco de perfume en su muñeca!
Jim Stoddard se quedó ese día después de clases solo
para decir:
- "Sra. Thompson, hoy usted olió como mi mamá
solía hacerlo".
Después de que los niños se fueron, ella lloró por lo
menos durante una hora. Desde ese día ella renunció a enseñar solo lectura,
escritura y aritmética. En su lugar, ella comenzó a enseñar valores,
sentimientos y principios a los niños.
La señora Thompson le tomó especial atención a Jim. A
medida que trabajaba con él, su mente parecía volver a la vida. Mientras más lo
motivaba, más rápido respondía. Al final del año, Jim se había convertido en
uno de los niños más listos de la clase y a pesar de su mentira de que ella
quería a todos los niños por igual, Jim se volvió uno de sus consentidos.
Un año después, ella encontró una nota de Jim debajo de
la puerta del salón, diciéndole que ella era la mejor maestra que había tenido
en su vida. Pasaron seis años antes de que recibiera otra nota de Jim. Él
entonces le escribió que ya había terminado la preparatoria, había obtenido el
tercer lugar en su clase, y que ella todavía era la mejor maestra que había
tenido en su vida.
Cuatro años después, recibió otra carta, diciéndole que
no importando que en ocasiones las cosas habían estado duras, él había
permanecido en la escuela y pronto se graduaría de la Universidad con los
máximos honores. Y le aseguró a la Sra. Thompson que ella era aun la mejor maestra
que él había tenido en toda su vida.
Luego pasaron otros cuatro años, y llegó otra carta.
Esta vez le explicó que después de haber recibido su titulo universitario, él
decidió ir un poco más allá. Y le volvió a reiterar que ella era aun la mejor maestra
que él había tenido en toda su vida. Solo que ahora su nombre era más largo y
la carta estaba firmada por el Dr. James F. Stoodard, M.B.
El tiempo siguió su marcha y en una carta posterior Jim
le decía que había conocido a una chica y que se iba a casar. Le explicó que su
padre había muerto hacia 2 años le preguntó si accedía a sentarse en el lugar
que normalmente esta reservado para la mamá del novio. Por supuesto que ella
accedió. Para el día de la boda usó aquel brazalete con varias piedras faltantes
y se aseguró de usar el mismo perfume que le recordó a Jim a su mamá la ultima
Navidad.
Ellos se abrazaron y el Dr. Stoddard susurró al oído de
la Sra. Thompson:
- "Gracias Sra. Thompson por creer en mi. Muchas
gracias por hacerme sentir importante y por enseñarme que yo podía hacer la
diferencia". La Sra. Thompson, con lágrimas en sus ojos, le susurró de vuelta diciéndole:
- "Jim, tu estás equivocado. Tu fuiste el que me
enseñó que yo podría hacer la diferencia. No sabía como enseñar hasta que te conocí".
Que bonita reflexión, con lo anterior es importante saber la importancia de ser FORMADORES DE VIDAS, no jugamos a ser maestros, tenemos una enorme responsabilidad, ojalá que no nos coma la rutina y siempre encontrar en cada clase una nueva aspiración, felicidades ale
ResponderEliminarInteresante tu reflexión Ale, como futuros docentes debemos tener esto en cuenta, trataremos con muchos alumnos diferentes, y debemos saber como tratar a cada alumno para que este de su mejor esfuerzo y arroje buenos resultados.
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