jueves, 6 de marzo de 2014

Educación en Atenas

“La educación de los niños en la Atenas clásica entre los siglos VI y IV a.C.”


En Atenas, del siglo VI al IV a.C., la condición del niño parece ser diferente. Nuestros conocimientos no van más allá de los niños de estratos superiores de la sociedad ateniense, existen la plenitud de derechos cívicos y medios para asegurar buenas condiciones de vida a las mujeres encinta, evitar el aborto, el abandono y mortalidad infantil, donde hay esclavos que se ocupan de los pequeños, y con medios para pagar al maestro de escuela y fomentar en los jóvenes conciencias una vida de responsabilidades políticas y al mismo tiempo de ocio.
Los niños de clases inferiores o de condición servil (los paidos, en el sentido de niño y esclavo), nos  consagrados al cuidado del hogar o al servicio de los atletas.
La primera infancia se desenvuelven  en la casa, habitada por grandes y pequeños, por hombres libres y esclavos; una vez que el papá acepta al niño y lo acoge corresponde a la madre el cuidado de éste, lo cría hasta los 2 o 3 años, lo mima, juega con él y le promete un destino glorioso donde recibe a veces la asistencia del padre, pero sobre todo una nodriza y una ama de más edad toma mayor parte en la educación del niño que su homóloga lacedemonia a quien le incumbe no solo velar por la buena salud de los niños de la casa, sino ocuparse de sus juegos, darles una cultura donde parecen ser las fábulas, las historias de miedo y los mimos.
El niño va a la escuela a los 7 años y las niñas generalmente se educan en casa. Esta infancia es rica en actividades lúdicas (columpio, salto de la reata, papalotes) y juguetes (cascabeles para los bebés) que pueden ser pequeños animales, objetos, etc. Esos juguetes servían para enseñar sus respectivos papeles de acuerdo con su sexo. Todos jugaban a la pelota o al trompo, las muñecas e instrumentos de cocina para las niñas y las carretas y aros para los niños.
Diferenciación que los médicos y filósofos empezaban a teorizar y se consideraba fundamental para la sociedad. A los 7 años, pasan del hogar a la escuela, era financiada por las familias y solo era accesible a los niños de clases acomodadas. Se practicaba la gimnasia a cargo del “pedotribio”, tocaban algún instrumento (citarista) a cantar y bailar. Se daban nociones de gramática, lectura y después escritura con el didaskalos.
La Lacedemonia era como la entrada al “rebaño”, la ruptura con la pequeña infancia y la familia, en los siglos VI y IV implica una experiencia de separación.
A diferencia del joven espartano, el niño no abandona totalmente la casa durante días, retorna a ella después de las horas de clase, el hogar es un sitio del que se separa, y el “pedagogo”, el esclavo de acompañarlo y protegerlo de los peligros de la calle, de hacerle repetir sus lecciones, de vigilar sus buenos modales en  público, ayuda al niño en la transición.
En Atenas no existía, una sociedad infantil organizada en grupos de niños de la misma edad. Se agrupan de manera informal.
En los buenos tiempos los niños no tenían derecho a abrir la boca, no exhibían sus partes íntimas durante clases de gimnasia, eran callados durante las comidas con adultos, respetaban a sus padres y personas de mayor edad, no eran respondones o podían recibir una buena paliza.
El niño debe enfrentar sus miedos sobre los cuentos fabulosos de la nodriza, amenazas del “pedagogo”, golpes de los miembros de la familia y reproches del didaskalos. En la casa era la ternura por parte de su madre y de la nodriza en cambio en la escuela era un ambiente afectivo frío. En el hogar se hablaba de héroes legendarios así como de sus antepasados que le habían dado su nombre, de los méritos de su padre, madre, hermanos, etc. En el gimnasio de héroes dignos de ser imitados que eran los vencedores de los juegos deportivos y en la escuela de grandes hombres del pasado.
Tanto en Atenas como en Esparta, el niño crece bajo la inculcación de las virtudes ejemplares, en Atenas, la pedagogía dice claramente lo que espera del proceso de formación y muestra prefiguración en los héroes mitológicos y grandes personajes de la historia.
La vida de la polis ateniense va al ritmo de fiestas que permiten a la colectividad ciudadana confirmar su carácter coral por los sacrificios religiosos, el teatro y procesiones. Durante los días festivos se abre el oikos donde se mezclan hombres,  mujeres, pequeños y grandes, momento rico en enseñanza social.
Se suceden competencias deportivas, sacrificios, espectáculos, teatro de marionetas para despertar la atención y promover la participación. El niño sale de su marginilización cuando se disfraza de un animal y va de puerta en puerta cantando canciones y solicitando pequeños regalos.
Únicamente en la celebración de estos ritos y durante dichas fiestas, la niña que suele ser rara y sin relieve, aparece con alguna nitidez. Las niñas vestidas con estola amarilla, participaban en ritos en honor a esta diosa protectora de los niños, eran pequeñas sirvientes de la divinidad, orgullosas de celebrar a partir de los 7 años en nombre de todas sus compañeras, el paso de la infancia a la pubertad.
Durante la época helenística aparece una preocupación, la naturaleza física del infante. En esa época nace una pediatría que se desarrollará después en el mundo grecorromano. Hipócrates explica las enfermedades de la dentición infantil, Aristóteles estudia la fisiología del niño, Soranos y Galeno, abordan los problemas de la puericultura y hacen distinción entre el niño y el adulto en cuanto a su antropología médica.
El séptimo sigue siendo el año en que dejan la casa, lugar de “crianza” (anatrophé), por la escuela, lugar de la paideia. La primera infancia en manos de mujeres (madre, nodriza, aya, sirvientes y esclavas), es igual de rica en experiencias formadoras: época del aprendizaje del lenguaje, funciones sexuales, buenas maneras y funciones de la vida adulta a través de la espontaneidad del juego.
Término paidia que significa juego y risa. A partir de los 7 años, la escuela se convierte  de la en el lugar por excelencia de la edad preadulta, se afirma la importancia de una vasta gama de edades (7 a 20 años). La escuela no está a cargo del poder público (monarcas o autoridades municipales). Los generosos que la financian es la familia; son los que pagan a los maestros de cítara, los didaskalos, asistido a veces por un hypodidaskalos (principio de la división en distintas “clases” de los alumnos). Los profesores nunca eran muy reconocidos socialmente,  pero cada vez más profesionales, recurrían a métodos pedagógicos complejos y obsoletos (aprender a leer llevaba 4 años). Los mejores sujetos recibían regalos como recompensa, se organizaban competencias deportivas y exámenes donde no solo se premiaba a los alumnos sino también a  maestros.
No dudaban en recurrir a castigos corporales. La clase comenzaba al alba y duraba toda la mañana, todos los días de la semana excepto cuando había alguna fiesta pública, o en caso de un acontecimiento importante e la familia del alumno (aniversario, boda).

Nos debela un niño más escolarizado, que socializa con sus compañeros en el ejercicio físico e intelectual, en el cual descansa, sobre todo, en la repetición, el ejercicio y aprendizaje de memoria. Este alumno es el precursor del alumno moderno: es turbulento, ardiente en el juego no solo en recreo sino en clase, olvida su apabullante equipo escolar y con frecuencia desobedece a sus padres y maestro.

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