¿Qué es ser mujer hoy?
Históricamente,
las mujeres fuimos relegadas a espacios de menor jerarquía social con respecto
a los varones. Esta desigualdad en las relaciones de poder no está dada
naturalmente y, por eso, trabajamos para cambiar estas condiciones. Para que
otra realidad para las mujeres sea posible.
Si bien nacemos con un
cierto sexo, esta característica biológica de los cuerpos no nos convierte automáticamente
mujeres, también “aprendemos” a serlo.
Ser mujer -o ser varón- es una construcción atravesada por
procesos culturales y sociales. En general, de las mujeres todavía se espera
que sean delicadas y obedientes, y que durante la adultez se casen, tengan
hijos y asuman la mayoría de los quehaceres domésticos, incluidas la crianza de
sus hijos y el cuidado de personas mayores o enfermas.
En este sentido, vemos que aún se define la
femineidad en función de las responsabilidades tradicionales, por ejemplo, las
mujeres somos educadoras por naturaleza, no formales o sea docentes en
escuelas, pero sí tenemos un rol en la socialización de los niños, no solo los
hijos biológicos. También somos creativas y con gran capacidad artística, pero
pocas veces podemos ejercer esto porque la sociedad nos hace restringirnos a
los roles tradicionales. Ese mandato social es tan fuerte que para lograr éxito
en otros campos hay que ser, en alguna medida, transgresoras: no casarse, no
tener hijos o quebrar modelos y ser mal vistas.
Me dirán que esto cambió. ¡Pero no es tan así! ¡No
todas lo logran! Especialmente las más jóvenes, las más pobres y excluidas, las
migrantes, las mujeres rurales y muchas otras tienen enormes dificultades. Esto
es algo para reflexionar y pedir que sea una realidad para todas. Esto no
quiere decir que todas sean iguales y deban elegir estas actividades, pero que
las que quieran que puedan hacerlo.
Históricamente, las mujeres hemos sido relegadas a
espacios de menor jerarquía social con respecto a los varones. Esta desigualdad
en las relaciones de poder no está dada naturalmente y, por eso, desde el
movimiento de mujeres trabajamos para cambiar estas condiciones y desarmar
estas pausas culturales que nos mantienen relegadas. Para que otra realidad
para las mujeres sea posible.
Por supuesto, es clave respetar la diversidad de las mujeres. No hay un único
modelo de ser mujer. Eso era lo que el rol estereotipado quería, y es lo que se
debe eliminar para lograr que todas puedan elegir su destino. Incluso lo puedan
cambiar a lo largo de sus vidas.
Por eso, el sentirse “mujer” es algo que cambia
según las condiciones y el contexto de cada mujer y en los distintos momentos
de la vida. Pero lo que nos interesa es que todas puedan elegir qué ser y lo
puedan concretar. Eso es lo que aspiramos en el país, la región y el mundo.
Frente a esto, enseguida surgen los modelos de
mujeres que tenemos como ideales y allí hay muchas y distintas. En mi caso,
admiro a Michelle Bachelet por su autenticidad y fuerza. A Susana Trimarco porque es otro ejemplo de lucha y
solidaridad, su dolor y lucha por encontrar a su hija, Marita Verón, la
canalizó también para sacar a muchas chicas de las redes de traficantes. A
Norma Cuevas, la mamá de Ana María Acevedo, la joven madre de tres niños a la
que se le negó el acceso al aborto para hacerle el tratamiento de cáncer y
luego murió ella y el feto. Norma da testimonio de lucha de ella y su hija para
que otras mujeres no padezcan lo mismo. La lista puede seguir pero creo éstas
alcanzan.
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