Para finales de 1853 el poder supremo de Antonio López de Santa Anna había llegado a niveles tan elevados
que el descontento en las clases políticas del país no tardaría en
manifestarse.
Para colmo, el 16 de diciembre se expidió un decreto, derivado del “Acta
de Guadalajara“, en el que se confería al dictador una serie de
prerrogativas propias de un emperador. Entre ellas la facultad de mantenerse en
el poder el tiempo que fuese necesario, la posibilidad de nombrar sucesor y
hasta el tratamiento a su persona como “Alteza Serenísima“.
Este documento, que fue corregido diez días después en Acapulco para complacer a los moderados, plasmaba un conjunto de exigencias que
darían origen a lo que posteriormente se llamaría “La Revolución de Ayutla“.
El plan básicamente se centraba en tres postulados: la inmediata
renuncia al poder de López de Santa Anna, la creación de una Junta de
Representantes de que designara un presidente interino (cargo que finalmente
recayó en Juan N. Álvarez) y la realización de un Congreso Constituyente.
Comentario personal; Pienso yo que al igual que en esa época en la actualidad estamos pasando por un estado de inconformidad y mucha tensión en todo el país, creo yo que las cosas deberían ser diferentes, que como pueblo deberiamos de saber que rumbo es el que debemos tomar, aprender y conocer de nuestro pasado y no cometer los mismos errores, ya que un pueblo que no conoce su pasado, está condenado a cometer los mismos errores, ojalá que esto les sirva de algo y podamos reflexionar sobre lo que sucedió y lo que vivimos actualmente.
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